Coronilla emerus L.


Fabaceae (Papilionaceae)

La familia de las Fabaceae comprende un elevado número de especies predominantemente herbáceas, distribuidas sobre todo en las regiones templadas y frías, con poquísima representación en las regiones tropicales, donde en su mayoría son leñosas. El aparato vegetativo es trepador o rastrero, las hojas mayoritariamente son compuestas y casi siempre alternas, y pueden estar provistas de zarcillos. Diversas especies tienen un biotipo fanerófito y, en tal caso, pueden estar casi privadas de hojas, realizando el proceso fotosintético a través del tallo y de las ramas (Spartium junceum). Las flores se recogen en inflorescencias en racimo y se caracterizan por una particular morfología. El cáliz es gamosépalo y forma un tubo coronado por 5 dientes. La corola, dialipétala, es la parte más característica en cuanto a que está constituida por un gran pétalo, el denominado estandarte, a cuyos lados están otros dos, las alas, y en la parte inferior los dos últimos parcialmente fusionados, las quillas, que envuelven el androceo y el gineceo. El primero está constituido por 10 estambres monadelfos, es decir todos unidos para formar un único tubo, o diadelfos, se sueldan 9 pero queda uno libre. El gineceo consta de un solo carpelo unilocular que contiene un número variable de óvulos.

La fórmula floral es la siguiente:

K (5), C 5, A (5+5) ó (9) + 1, G 1

El fruto es una legumbre con peculiaridades morfológicas entre géneros, lo cual ayuda en su identificación. La legumbre se abre de un extremo a otro por 2 líneas de sutura que corresponden a la placenta y a la nervadura dorsal del carpelo. La legumbre puede ser plurisperma (Lotus) o monosperma (Trifolium). La diseminación puede darse activamente, por lanzamiento (Sarotamnus), o pasivamente, por ejemplo, por transporte de algunos animales, epizoocoria (Medicago). Las semillas contienen una gran cantidad de reservas proteicas con bastante almidón en los cotiledones, mientras que carecen de albumen. La polinización, por regla general, es entomógama.

La importancia económica de las leguminosas es grandísimia, numerosas especies son utilizadas para la alimentación tanto humana como animal. Entre las primeras, las habas, Vicia faba; los guisantes, Pisum sativum; los garbanzos, Cicer arietinum; las lentejas, Lens culinaris, todos tradicionalmente cultivados en la región mediterránea; las judías blancas, Phaseolus vulgaris y P. coccineus, de origen americano; la soja, Glicine max, proveniente del Extremo Oriente, cuya creciente importancia como semillas oleaginosas está ampliando su cultivo; el cacahuete, Arachis hypogea, cultivada en los países calurosos; las judías verdes, Vigna unguiculata; la almorta, Lathyrus sativus, cuyo cultivo está en vías de desaparición. Entre las más importantes especies forrajeras están las de los géneros Trifolium, Medicago, Lupinus. Aprovechando la naturaleza de las leguminosas para entrar en simbiosis con las bacterias fijadoras de azufre, algunas de estas especies se utilizan en la agricultura para enriquecer el terreno pobre con el azufre, utilizando las técnicas de acogombramiento.

En estado espontáneo en nuestra región las leguminosas son muy numerosas, sobre todo en las áreas en barbecho o donde el cultivo ya se ha abandonado (Tetragonolobus purpureus, Lotus edulis, Vicia sativa). En la vegetación altimontana de las grandes montañas del Mediterráneo también hay representantes, como el género Astragalus (Astragalus siculus en el Etna, A. nebrodensis en la Madonie), en los bosques mesófilos (Lathyrus venetus), como vegetación acompañante de los arbustos termófilos (Calicotome infesta) y mesófilos (Sarotamnus scoparius), en los prados esteparios (Lathyrus articulatus), en zonas áridas (Trifolium scabrum), en pastos mesófilos (Trifolium repens), en las playas arenosas (Lotus commutatus), o en las costas rocosas (Lotus cytisoides).

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