Ophrys sphecodes Miller ssp. sphecodes


Orchidaceae

La familia de las Orchidaceae es de las más ricas en especies. De hecho son al menos unas 20000 especies las atribuidas actualmente a esta familia. Se encuentran distribuidas, sobre todo, por la región tropical, donde han desarrollado su máxima diferenciación de forma y adaptaciones; aunque también se encuentran por todas las regiones templadas del Globo. La taxonomía de las Orchidaceae es complicada por su tendencia a la hibridación, no sólo entre especies, sino también entre géneros distintos. A pesar de la complejidad, el gran número de formas que constituyen esta familia, evidencia un extremada uniformidad en cuanto a la organización floral, constituyendo un formidable ejemplo de homogeneidad en el ámbito de las Angiospermae. Por su reproducción y complicada estrategia adaptativa y especializaciones, las Orchidaceae están consideradas como la familia más evolucionada entre las Spermatophyta. Se trata de plantas herbáceas perennes que en su mayoría desarrollan micorrizas endótrofas, esenciales para la germinación de las semillas, que sólo se puede dar en estas condiciones. Algunas especies pertenecen al grupo de las orquídeas terrestres (Ophrys), como la mayor parte de las que encontramos en nuestro territorio, que tienen tubérculos radicales que se renuevan anualmente a partir de la axila de una escama (hoja) radical, y a partir de éstos se generan las yemas del año siguiente; el brote, más tarde, crece dando un tallo aéreo con hojas alternas, sésiles, con el limbo de nervadura paralela, que produce una inflorescencia más o menos abundante. Las orquídeas epífitas (Cattleya), largamente difundidas en los trópicos, viven fijadas sobre los árboles del bosque, tienen un tallo con hojas aisladas o reducidas a escamas, y muchas raíces aéreas colgantes recubiertas por el velamen, que tiene función absorbente y cuyo ápice verde realiza la fotosíntesis. Las orquídeas trepadoras (Vanilla) tienen raíces hipógeas pero tallos aéreos que se adhieren a diversos sustratos gracias a las raíces aéreas (similares a las de las plantas epífitas). Las orquídeas parásitas (Neottia), heterótrofas, están total o parcialmente desprovistas de clorofila y viven a expensas de las sustancias orgánicas presentes en el terreno, o de las especies de hongos con las que forman micorrizas.

Las flores de las orquídeas forman inflorescencias en espiga, racimo o panícula, que se sitúan en la zona terminal del tallo en las orquídeas terrestres, y en las axilas en las epífitas; la flor, colocada en la axila de una bráctea, durante el desarrollo rota 180 º (resupinación), por lo cual la parte posterior se sitúa en la anterior. El perigonio está constituido por un verticilo externo de 3 elementos petaloides libres y de un segundo verticilo, interno, también trímero, formado por 2 tépalos libres colocados lateralmente y un tercero, dispuesto anteriormente (después de la resupinación), el llamado labelo, siempre con morfología y colores muy variados, y normalmente alargado en la base en un espolón nectarífero. El androceo está formado por 2 verticilos, cada uno originariamente con 3 estambres, pero ha sufrido varias reducciones que los han dejado en número de 2-5, de los que sólo 2 del verticilo interno o uno del externo son fértiles, mientras los otros están presentes en calidad de estaminodios. El polen está aglutinado en masa o polinio, uno por cada celda de la antera; los polinios están unidos a un cuerpo adhesivo, definido como retináculo o viscidium mediante un pequeño filamento, la caudícula. Los estambres fértiles (o el único estambre fértil, en algunos casos) aparecen fusionados con el gineceo formando una estructura particular denominada ginostemo. El ovario, ínfero, está formado por 3 carpelos soldados en un ovario unilocular.

La fórmula floral, del grupo, es la siguiente:

P 3+3, [A 2 ó 1, G (3) (ovario ínfero)]

El fruto es una cápsula que se abre por 3 ó 6 hendiduras. Las semillas son bastante numerosas y pequeñísimas, tanto que es el viento quien se encarga de dispersarlas como si fuesen esporas, y su germinación está condicionada por la presencia de hongos específicos; en las semillas no hay señal de albumen. La polinización ocurre por medio de insectos o aves, de manera altamente específica, tanto que si las orquídeas se cultivan fuera de su área deben ser polinizadas artificialmente. La atracción de los organismos polinizadores es diversa, puede ser por el olor, el color, la forma del labelo, la presencia de pelos o tejidos comestibles, etc. El polinizador, después de posarse en el labelo, en el intento de alcanzar el nectario capta los cuerpos adhesivos de los polinios, y los transporta de flor en flor. Los filamentos se secan rápidamente, así que dejan los polinios en la mejor posición para alcanzar el estigma de una nueva flor. La flor tarda bastante en ser fecundada, alrededor de un mes, lo cual explica la gran duración de las orquídeas cortadas. Es frecuente también la multiplicación vegetativa por medio de los propágulos, bulbilos o yemas adventicias. 

Las orquídeas tienen una gran importancia como plantas ornamentales y han sido cultivadas durante largo tiempo para la comercialización de las flores cortadas. Entre los géneros más apreciados están Cattleya, Laelia, Vanda, Cymbidium, Dendrobium, etc. Las cápsulas aún no maduras de Vanilla planifolia, trepadora mejicana, se utilizan para producir la vainilla, por eso está muy cultivada en los trópicos.

La flora mediterránea es rica en especies autóctonas de orquídeas, sobre todo de los géneros Ophrys, Orchis y Serapias, que son muy frecuentes en ambientes muy abiertos, como prados áridos (Ophrys tenthredinifera, Orchis italica, Serapias vomeracea, etc.); mientras algunas especies raras de otros géneros se encuentran en ambientes frescos y húmedos, como prados montanos inundados (Dactylorhiza maculata), o en hayedos y robledales (Epipactis helleborine, Cephalanthera longifolia).

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